Hoy es el día de la madre, esa mujer que nos ha cuidado desde que éramos pequeños y en la que, en la mayoría de los casos, recae el peso principal del cuidado y educación de los hijos, así como de las tareas del hogar. Es la gran cuidadora y, aunque actualmente parece que el reparto de tareas va siendo más equitativo en la pareja, muchas veces se ve desbordada o sin tiempo para ella por cuidar y hacer felices a los demás. Por eso hoy os voy a dar unas pequeñas ideas para que estas cuidadoras puedan cuidarse a sí mismas.

En primer lugar, recordad pedir ayuda o colaboración cuando sintáis estrés o estar desbordadas, tenéis derecho a compartir las tareas. No sois menos madres ni estáis descuidando el hogar o a vuestros hijos por delegar tareas o cuidados, estáis siendo responsables con vosotras mismas y con el resto. Tampoco sois débiles por pedir ayuda. Además, podéis hacer actividades de ocio para tratar de liberar esas tensiones; si el resto puede, vosotras también. Y debéis, porque si no os encontráis vosotras bien, si no estáis cuidadas, ¿cómo podéis dar un buen cuidado a los demás? El cuidado de los demás empieza en el de uno/a mismo/a.
Otro factor a tener en cuenta es poner límites al resto de miembros de la familia: en muchas ocasiones nos “maternalizan” en exceso, se vuelven más dependientes o exigen o piden cosas que ellos/as mismos/as podrían hacer (recoger los juguetes, poner la mesa, vestirles, llamadas de atención, hacerse más bebé de lo que se es…). Estos límites son sanos en la medida en que les ayuda a ser independientes y permite a las madres espacio y tiempo para dedicar a otras cosas, por lo que es necesario saber hasta dónde podemos o debemos prestar nuestra ayuda y donde empiezan sus propias responsabilidades.
Otras cosas importantes son dormir lo suficiente (¡qué difícil cuando se es madre!), seguir manteniendo relación con los amigos/as, tener tiempo de ocio a parte de la familia, mantener una buena alimentación (lo que incluye comer tranquilamente y sentada), organizar el tiempo y el autocuidado emocional, permitiéndonos sentir, aceptar y expresar emociones y sentimientos negativos como la ira, la tristeza, agotamiento, frustración, estrés… porque reconocer que las sentimos nos ayuda: nos permiten identificar que algo no va bien, saber dónde poner los límites (aquello que nos hace sentir mal posiblemente sea algo a limitar) y nos protege de trastornos como la ansiedad o la depresión al no cronificar las emociones. Además, si no ponemos límite a esas emociones negativas, muy posiblemente se sigan perpetuando y asociemos esa labor de cuidado con algo negativo y, por tanto, siga produciéndonos emociones negativas. Otra idea para limitar las emociones negativas es encontrarle el lado positivo a las cosas.
Espero que estas ideas ayuden a nuestras madres y a las que ya somos madres a cuidarse a ellas mismas. ¿alguna vez os habéis sentido desbordadas como madres? ¿cómo lo habéis gestionado?
¡Os leo en comentarios!