
En el post de hoy pretendo analizar lo ocurro ayer, primer día de desconfinamiento para los niños, a través de algunas de las teorías clásicas de Psicología Social.
Como ya sabréis casi todo el mundo, ayer surgió polémica porque en las grandes ciudades se pudieron ver escenas en las que las familias se reunían, los menores salían a la calle con más de un adulto o no se respetaba la distancia social.
Podéis encontrar algunas de las imágenes aquí.
Existen varias teorías que podrían explicar este fenómeno, pero hoy os traigo tres de ellas para explicar lo ocurrido.
- Teoría de la difusión de la responsabilidad. Se ha investigado mucho en Psicología Social acerca de la asunción de la responsabilidad de las personas ante eventos en los que la vida de otras personas se ha podido ver comprometida. Este es el caso de la muerte de Kitty Genovese, que murió apuñalada en la calle mientras 37 observadores no hicieron nada para impedirlo. La explicación que se dio a este hecho fue, que al saberse entre los observadores que había más gente presenciando el crimen, se dio por hecho que alguno de ellos ya habría llamado a la policía junto con el miedo a la posibilidad de verse implicados en el proceso judicial.
Del mismo modo, en el desconfinamiento de los niños, es posible que se haya experimentado esta difusión de la responsabilidad: “si yo me salto un poco las normas no pasa nada, en general la gente las ha estado cumpliendo y las seguirá cumpliendo, seguiremos a salvo”, “si esos de ahí están manteniendo la distancia o hay gente que ni siquiera puede aún salir, estamos haciendo bien la cuarentena a nivel colectivo”. Con ideas de este tipo o similares puede que haya salido la gente a la calle, minimizando la importancia de los riesgos.
2. Intensidad del miedo. Según un estudio llevado a cabo por Schachter en 1959 en el que se crearon dos condiciones con niveles de miedo distinto, podría tener este su influencia en la reunión y congregación de las personas.
En este estudio, se crearon dos condiciones en las que a un grupo de mujeres se les dijo que recibirían unas descargas eléctricas tan fuertes que sentirían dolor, aunque no les dejarían lesiones permanentes. Al otro grupo se le dijo, en un tono mucho más amable, que las descargas serían muy leves y que disfrutarían con ello. Tras dar ambas instrucciones, se les suministró un cuestionario para medir su miedo y se les permitió elegir si querían esperar a realizar la prueba solas (en habitaciones individuales) o acompañadas por sus otras compañeras. En la condición de miedo intenso (las de las descargas fuertes) se observó una clara preferencia por esperar acompañadas.
En el caso de lo ocurrido ayer, puede que el miedo que vivimos socialmente al coronavirus sea tan fuerte que nos vemos necesitados de compañía, un factor que puede estar influyendo en la necesidad que socialmente pudiéramos tener de reunirnos con los nuestros.

3. El efecto de la apelación al miedo. Todos conocemos las imágenes que se presentan en las cajetillas de tabaco: tumores u órganos cancerosos con los que pretenden disuadir a los fumadores de seguir siéndolo. De la misma forma, los medios de comunicación durante esta cuarentena nos han bombardeado con estadísticas, imágenes, opiniones de experto con la intención de calar en la población la importancia de quedarnos en casa. Autores como Janis y Feshbach encontraron, en 1953, que una alta intensidad del miedo podría provocar el efecto contrario al deseado.
Puede que en un primer momento, en este caso, se haya dado un efecto de respeto de las recomendaciones por miedo a sufrir los efectos (resultados obtenidos, por ejemplo, por Chu en 1966), pero también se ha podido ver reducida su atención debido a la intensidad de la información y a lo horrible de la situación.
En la misma línea, Rogers describió 4 maneras de motivar la protección en la población. Entre ellas se referenció la gravedad del problema, la susceptibilidad del problema, la eficacia del cambio de conducta para evitar el problema y la autoeficacia.
En este caso, podrían estar interviniendo las tres últimas, ya que las personas que ayer salieron a la calle acompañando a los menores podrían pensar que no van a contraer el coronavirus, por lo que podrían no estar motivados a evitar esos contactos (2); podrían pensar que modificar sus hábitos o su conducta podría tener un efecto prácticamente nulo sobre el efecto del Covid en la población(3) y, por último, podrían pensar que el cambio de conducta es algo muy complicado para ellos en relación a los resultados que podrían obtener(4).
En conclusión, existen muchos factores que podrían estar interviniendo en el respeto a las normas durante esta cuarentena, pero seguramente muchos de ellos estén relacionados con el miedo.
Si nos encontramos ante una situación en la que no se esté respetando la distancia mínima o las normas de higiene básicas, quizás sea buena idea preguntarnos ¿qué podemos hacer nosotros por cambiar esa situación? ¿cómo podríamos llevar a cabo ese cambio? ¿cuál es nuestra propia responsabilidad en esa escena?
Espero que este artículo os haya gustado.
¡Un saludo!